lunes, 31 de diciembre de 2007

Baile de disfraces

María está mal, se le ve en la cara. Tiene una palidez y una tristeza preocupante y no me quiere contar porqué.
Me disgusta que no confíe en mí, pero respeto su decisión de mantenerse callada.
Por suerte pude frenar a Raúl cuando me dijo que iba a despedirla porque no está rindiendo como antes. Le va a dar quince dias de plazo para que se recupere.
Viniendo de Raúl, el gesto es extremadamente generoso.

Ayer, aprovechando que el local estaba cerrado y que fue un día espléndido, decidí invitarla a caminar a lugares finos y a comprarnos cosas bonitas como si fueramos hijitas de un papá con tarjeta de crédito gold.
A cara lavada y con vestimenta normal salimos las dos. Me costó hacerla sonreír pero por unos instantes lo logré.
Nos probamos cosas que jamás hubiesemos soñado tener y por unas horas asumimos otra identidad. Despilfarramos todo el dinero ganado en el mes. Yo al principio no quise hacerlo, pero a ella no le importó.
–La vida es muy corta y hay que aprovecharla al máximo, me dijo.
Aunque se haya dicho muchas veces y sea una frase de marcador de libros, no deja de ser cierto. Por eso la imité y entre las dos acarreamos paquetes y bolsas de lugares top que nuestros padres nunca soñarían que pudiesemos siquiera pasar por la puerta.

Agotadas y estúpidamente felices, nos sentamos en una confitería elegante. Ahí le rogué una vez más que me confiara lo que le está pasando. Casi lo hizo. Lamentablemente un cliente del club andaba por ahí y nos reconoció. Cuando nos ofreció plata por una fiesta privada, se rompió la magia de la tarde y todo volvió a su soez rutina.
Lo despedimos excusándonos que era nuestro dia libre, pero el encanto ya se habia evaporado y María retomó la actitud de no querer decirme nada.
-No importa, le dije. Algún día me lo contarás.

Ella no asintió y salimos a caminar tomadas del brazo; con el sol maquillandonos el rostro y exorcisando penas en las bolsas rococó.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Un dia sin sexo

Fue el dia de ayer, en el que pasé junto a mi madre, mi padre y mi hermana.
Fui yo a visitarlos, porque no quise que ellos viniesen a verme a mí. No se como podría camuflar mi realidad, mi trabajo y mi historia.
Algún día deberé decir la verdad, pero no ahora. Ahora prefiero no pensar en nada y seguir alimentando la fantasía de mi familia.
Me gusta ver como mi madre saca pecho en el barrio hablando de su nena que le va tan bien en la gran ciudad trabajando para una transnacional de gran prestigio mundial.
Me gusta ver a mi hermana mirándome con rostro triste e insatisfecho, me gusta que se ahogue en esa envidia repulsiva que siempre me tuvo. Me da placer el hecho que haya quedado presa en medio del mapa, comprometida con un ignorante que no le llega ni a la suela de sus zapatos. No me quiso acompañar cuando tuvo la oportunidad en sus manos, por eso no me da pena en absoluto. Ella se buscó su destino, como lo buscamos todos.
Y mi padre. Que se puede decir de mi padre. Es un buen tipo, lo que es mucho ya. Hizo lo que pudo por nosotras, pero no tiene ambiciones. Se conforma y es feliz así. Nunca me entendió, pero no lo culpo.

Fue un día sin sexo, atípico en mi vida. Un día que pasó sin pena ni gloria entre risas forzadas, regalos impersonales, besos en la mejilla desganados y muchos "a ver cuando van a visitarme" mentirosos.
A pesar de eso me hubiese gustado que no terminase tan pronto, porque el sexo no siempre es buena compañía.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Solo para sus ojos

“Never know how much I love you, never know how much I care, when you put your arms around me, I give you fever that's so hard to bare, you give me fever”, así sonaba Elvis cuando te vi entrar.

Hacía tanto tiempo que no pasabas por aquí que ya había perdido las esperanzas de verte nuevamente. María estaba feliz, pero hoy tu presencia la molestó.
Es que solamente vos podes alejarme de María, y ella lo sabe muy bien.

Que siempre aparezcas justo cuando comienzo mi espectáculo no creo que sea coincidencia; como tampoco creo que lo sea el hecho que la mesa mas cerca del escenario este siempre vacía cuando vienes. No creo en coincidencias, no creo en la gente, no creo en nada.

Me excita tanto la indiferencia pasmosa con que me ves cuando me abro de piernas en tu cara. Me calientan tus ojos muertos y fríos mientras me voy quitando la ropa. Me enloquece tu desafío a provocarte una reacción.
Pero no lo consigo, y eso hace que cada vez te desee más y más y no pueda dejar de pensarte, de quererte para mí, de no poder esperar a que invadas mi carne.

Otra vez te levantas cuando termino y le dejas a Raúl cien dólares de los que me llegarán cuarenta, pero no me importa porque basta con haberte visto.

No se nada de vos, ni tu nombre siquiera y no me interesa saberlo tampoco.
Solo quiero que aunque sea por una vez, voltees a verme a los ojos y te des cuenta que te estoy pidiendo a gritos que me saques de acá.

martes, 18 de diciembre de 2007

Nueve Reinas

Las strippers somos nueve. Las nueve reinas, como a mi me gusta que nos llamen.
Hay de todo; las que lo hacemos para vivir, las que verdaderamente lo disfrutan, las que se acuestan los clientes y las que no.

Yo desde el principio la tuve muy clara: a mi no me cogen.
Me podrán mirar, silbar y gritar obscenidades, pero no me tocan. Yo me acuesto con quien quiero. Por suerte gano lo suficiente como para mantenerme sola y poder darme el lujo de rechazar la generosa oferta que me hizo un tipo para que le meara en la cara u otro que me pidió que me disfrazara de niño (supongo que sería un pederasta, pero ese no es mi problema en todo caso)

María no. María acepta cualquier propuesta si hay buen dinero de por medio. Yo ya le dije que iba a terminar mal, pero ella goza jugando con fuego. Bajo su apariencia rubia y angelical hay un kamikaze insatisfecho.
Cuando se fue con esos tres pibes a supuestamente amenizar una despedida de soltero, se me heló la sangre.
Y con razón, porque apareció a las cuatro horas en el club totalmente desfigurada.
En la supuesta despedida la estaban esperando seis hombres mas, y entre todos la violaron repetidas veces durante horas, con una voracidad animal. Después la tiraron desde una camioneta blanca en la puerta del local, tirándole un puñado de dólares en el cordón de la vereda. Verla recoger de rodillas ese dinero ensangrentado me hizo llorar como nunca lo haré nuevamente.

Raúl no hizo nada, no llamó a la policía ni a autoridad alguna. Dice que él es solamente el dueño del lugar, no nuestro papá y que no nos obliga a prostituirnos; por lo que se lavó las manos olímpicamente.
Tomé la decisión de llevarme a María para mi casa, total, quien iba a defender a una puta.

“Se lo buscó nos va a decir la policía”, le dije mientras la metía a mi auto y arrancaba a toda velocidad y ella asintió como si le importase.

La cuidé. Le lavé su cuerpo, su vagina y sus sueños lacerados.
Ahora esta durmiendo en mi cama tranquila, desnuda, casi sonriendo.
Esta tan hermosa que me arrepiento de haber apartado la boca cuando me quiso besar.

domingo, 16 de diciembre de 2007

El debut

Hace ya dos años que me fui de mi provincia natal para venir a trabajar a Buenos Aires; porque sentía que mi lugar estaba en otro lado, no ahí. Mi lugar estaba en la gran ciudad, no sumergida en una provincia sin futuro.
Allá quedaron mis padres y mi hermana mayor, contentos ante la idea de que soy secretaria en una empresa muy importante.
La verdad es que no me dio la cara para decirles que soy stripper, que bailo para todo aquel que esté dispuesto a pagarme. En este momento me da mas culpa mi mentira que mi profesión.

La función acaba de terminar y el lugar quedó vacío. Se siente solamente la aspiradora sobre la alfombra pisoteada, el olor de limpiador lavanda sobre el caño que nos sirve de amante, el sonar de vasos bajo la canilla y el ruido de las sillas torpemente acomodadas boca abajo sobre las mesas.
Me vuelvo a mi apartamento vacío y desarreglado. Es hora de quitarse el maquillaje y las plataformas. Es hora de dormir, de descansar y no pensar.
Ante mi infinita tristeza y la ausencia de un hombro confidente, decidí comenzar este blog ahora mismo para tirar mis descargos al aire, para desnudar mi alma después de haber desnudado mi cuerpo.