
Si bien en un principio me aferré al blog como tabla de salvación en un intento de escape momentáneo del personaje que me tocó representar en esta obra, la omnipotente realidad me demostró que no existe aquello que nos haga escapar de lo que somos, sino que debemos aprender a aceptar nuestra esencia porque ella nunca accederá a dejarnos libres.
Yo ya hice las paces conmigo misma, sé de donde salgo y me someto pacíficamente al destino que el azar tenga pensado para mí.
Es por eso que hace días que renuncié al trabajo y volví con Raúl. Me guste o no, esto es lo que soy, acá es donde pertenezco y acá es donde me voy a quedar. Renunciar al trabajo diurno fue como renunciar a querer ser otra persona, a vivir otra vida que no me corresponde. A ser una impostora, una estafadora de medio pelo.
Como el correr en círculos nunca lleva a ninguna parte, tomé la decisión de quedarme quieta y esperar a que la ciudad me encuentre, me desgarre y me trague.
Ahora, dentro de su estómago caliente, profundo y oscuro me siento a salvo porque sé que llegué a casa. Tal como debe ser.
Para no dejar cabos sueltos, también llamé a mis padres y les conté absolutamente toda la verdad con lujo de detalles. Lamentablemente fue tal como había pensado y en este momento se niegan a hablarme o verme.
Es irónico como todas las vidas son el reflejo de una sola, como todo vuelve a repetirse infinitamente en un ciclo eterno que erosiona cualquier posibilidad de cambio.
No estoy feliz, pero mientras veo las horas de este domingo en blanco y negro desfilar en cámara lenta por la ventana de mi cuarto, siento que por fin las piezas del rompecabezas están donde corresponden.
Sé que no tengo mas para ofrecer, sé que me voy a transformar en una persona sin sueños, sé que seré una huella mas de tantas, sé que me perderé en la multitud; pero antes que eso suceda bajaré el telón de este blog para que lo que una vez quise ser no se esfume, sino que quede bajo resguardo de estas letras que quizá algun día tenga el coraje de leer otra vez.
Quiero agradecerte por haberme leído, por haber estado siempre a mi lado aunque sea en forma virtual, porque lo virtual de alguna manera también forma parte de nuestra realidad íntima.
No tiene porque ser una despedida.
Tal vez algún día vos y yo nos encontremos.
Tal vez algún día dejes que mis piernas ambiciosas de vida repten por tu cintura; como una enredadera buscando desesperadamente la luz del sol.
Tal vez algún día me despiertes al amanecer con un beso en la frente y me digas al oído lo que nunca escuché, pero quise escuchar tantas veces.
Tal vez algún día, ese día se convierta en todos los días.
El último "tal vez" te lo cedo para que lo completes con lo que quieras soñar.
Yo ya hice las paces conmigo misma, sé de donde salgo y me someto pacíficamente al destino que el azar tenga pensado para mí.
Es por eso que hace días que renuncié al trabajo y volví con Raúl. Me guste o no, esto es lo que soy, acá es donde pertenezco y acá es donde me voy a quedar. Renunciar al trabajo diurno fue como renunciar a querer ser otra persona, a vivir otra vida que no me corresponde. A ser una impostora, una estafadora de medio pelo.
Como el correr en círculos nunca lleva a ninguna parte, tomé la decisión de quedarme quieta y esperar a que la ciudad me encuentre, me desgarre y me trague.
Ahora, dentro de su estómago caliente, profundo y oscuro me siento a salvo porque sé que llegué a casa. Tal como debe ser.
Para no dejar cabos sueltos, también llamé a mis padres y les conté absolutamente toda la verdad con lujo de detalles. Lamentablemente fue tal como había pensado y en este momento se niegan a hablarme o verme.
Es irónico como todas las vidas son el reflejo de una sola, como todo vuelve a repetirse infinitamente en un ciclo eterno que erosiona cualquier posibilidad de cambio.
No estoy feliz, pero mientras veo las horas de este domingo en blanco y negro desfilar en cámara lenta por la ventana de mi cuarto, siento que por fin las piezas del rompecabezas están donde corresponden.
Sé que no tengo mas para ofrecer, sé que me voy a transformar en una persona sin sueños, sé que seré una huella mas de tantas, sé que me perderé en la multitud; pero antes que eso suceda bajaré el telón de este blog para que lo que una vez quise ser no se esfume, sino que quede bajo resguardo de estas letras que quizá algun día tenga el coraje de leer otra vez.
Quiero agradecerte por haberme leído, por haber estado siempre a mi lado aunque sea en forma virtual, porque lo virtual de alguna manera también forma parte de nuestra realidad íntima.
No tiene porque ser una despedida.
Tal vez algún día vos y yo nos encontremos.
Tal vez algún día dejes que mis piernas ambiciosas de vida repten por tu cintura; como una enredadera buscando desesperadamente la luz del sol.
Tal vez algún día me despiertes al amanecer con un beso en la frente y me digas al oído lo que nunca escuché, pero quise escuchar tantas veces.
Tal vez algún día, ese día se convierta en todos los días.
El último "tal vez" te lo cedo para que lo completes con lo que quieras soñar.
Es un "hasta siempre" con la boca, con las manos, con los brazos... con todo este cuerpo al que amo.
Porque es mío tuyo.