lunes, 7 de enero de 2008

Si hasta el cielo se ha puesto a llorar

Cuando terminó el show y se quedó inmóvil en la silla, el corazón me dio un vuelco.
Lo vigilaba detrás de la cortina y seguía ahí. No sabía la razón, pero igual me ponía feliz porque tenía la lejana esperanza de que se hubiese quedado por mí.
De repente, va con Raúl y veo como él le dice que no con la cabeza.
Que horror me dio el pensar que, conociendo mi postura de no intimar con clientes, Raúl se hubiese negado a llamarme para no generar una situación incómoda.
Por eso corrí a tomarle del brazo antes que cruzara el marco de la puerta. Sentía que no llegaba mas, como los sueños en cámara lenta que hacen las cosas inalcanzables. Las piernas me temblaban, el estómago me dolía y las manos me sudaban. Parecía una actriz de novela almibarada.
Me acuerdo que solamente dijo “nos vamos” en tono casi prepotente y no esperó a que yo aceptara. Supongo que no era necesario, como tampoco lo era el mediar otra palabra por el resto de la noche.

Ojalá existiese la forma de describir lo que pasó entre esas paredes de la lujosa habitación. Fue como volver a nacer, como si no hubiese habido jamás un antes de ese momento, como si él fuese el primer hombre que tuve en mi vida.
Cuando me estaba penetrando por detrás, lo miré a la cara por el espejo. Debo haber tenido la expresión más ridícula y cursi del mundo, a juzgar por la mueca obscena que me hizo. Seguramente fue su intento frustrado de sonreír.

El no sabe hacer el amor. El transforma la cama en un campo de batalla, en un ring en donde lucha contra alguien o contra si mismo. Parece un depredador desgarrando su presa. Invade, trepa, repta, toma el cuerpo del otro como si siempre le hubiese pertenecido y ahora estuviese haciendo usufructo de su legítimo derecho. Me pregunto que guerra quiere ganar.

Quedamos exhaustos. En el momento en que le iba a preguntar su nombre, se levantó bruscamente a buscar un cigarrillo y pude ver en la pared la sombra de su tórax bajando y subiendo, todavía jadeando por mi culpa. Ese instante me deslumbró y pensé que valió la pena haber pasado todo lo que pasé en mi vida solo por vivir ese preciso segundo.
Me extrañó el que acercase el cigarro humeante al anillo de oro que siempre usa. Es una joya bastante curiosa, tiene como una suerte de sello en su parte superior, dando la impresión que fuese un símbolo.
Se acercó con su anillo al rojo vivo y lo presionó fuertemente en la cara interna de mi muñeca izquierda mirándome con furia.
Sentí muchísimo dolor, tanto como el placer que me invadió el pensar que me estaba haciendo de su propiedad. Tuve miedo de que siguiese, pero no lo hizo. Creo que mi vulnerabilidad lo detuvo. Me miró con gratitud, lamió la herida y me besó la frente.

Esa noche abracé su espalda y me dormí con una paz celestial. Cuando desperté, ya se había ido y en la almohada dejó dinero. Mi desilusión fue tan estúpida como vergonzosa.

¿Qué esperabas, idiota? ¿Qué te dijera que te ama? ¿Qué te pidiese matrimonio y te llevara a vivir con él?, me pregunté mientras la puerta lustrada del ascensor devolvía la asquerosa imagen de unos ojos escondidos tras las manchas de rimmel, el pelo revuelto y la minifalda arrugada.

En vez de contestarme, elegí volver a casa caminando para sentirme bendecida por la llovizna que había comenzado a caer.

8 comentarios:

PerSe dijo...

una cagada lo que contas, aun cuando alguno dira "igual valio la pena por lo que senti", igual soy de los que piensan que no hay felicidad en la mitad de una historia que justifique la tristeza en el ultimo capitulo.

Cuando lei "El transforma la cama en un campo de batalla, en un ring en donde lucha contra alguien o contra si mismo. Parece un depredador desgarrando su presa. Invade, trepa, repta, toma el cuerpo del otro como si siempre le hubiese pertenecido y ahora estuviese haciendo usufructo de su legítimo derecho. Me pregunto que guerra quiere ganar." pense si yo lo hacia... creo que aveces si... de mas chico no lo hacia pero ahora si. Antes supuestamente era inexperto en la cama, pero todas me decian que era un dulce.
Ahora, con años de experiencia, creo que lucho y no comparto

el_iluso_careta dijo...

EL RELATO ES EXCELENTE....
LA SITUACION ES DE SUMISION...NO ME GUSTAN LAS SUMISAS...

Rino Bod dijo...

Aquel que no te hace sentir especial es un mico copulador. Sólo el amante sabe del valor de esas artes. Lástima que las mujeres aprendan eso sólo con los años, y algunas nunca.
Casí pude sentir el olor del rímel en tu cara.

Fabricio dijo...

El sexo tiene mil variantes, de eso no hay dudas, y la sumisión es una de ellas.

El conflicto en este relato, mi querida Morocha, es la confusión que vivís entre hacer el amor y tener sexo. Vos misma decis: "El no sabe hacer el amor" y por lo que relataás eso no es hacerlo, si no destruirlo.

"Ser propiedad" de alguien puede ser erotizante para algunos, pero es reducir a la persona a un objeto, y vos no lo sos, si él si quiere eso que se compre una muñeca inflable con kit de parches, por que los va a necesitar.

Te dejo un beso de miel, para pasar ese trago amargo.

PD: si podés, me gustaría contactarme con vos via meil. si?

Lulú dijo...

Me dio mucha pena tu relato. Soy de las que creen que hay cosas que valen la pena vivirlas por más que no tengan un final feliz también, así que de alguna manera te aseguro que te entiendo.
Me voy a tomar el atrevimiento de dejarte mi punto de vista que espero sirva para reconfortarte y no para hacerte sentir peor, te juro que no es esta última mi intención! Él no te conoce, lo único que sabe de vos es que bailas en ese lugar y bien puede pensar que como te fuiste con él, lo haces habitualmente con otros, que eso forma parte de tu trabajo, no tiene por qué saber que no es así, que lo elegiste, que para vos él no es uno más, no sabe qué pensas ni que sentís, y no tiene por qué saberlo. Capaz suena muy cursi lo que te voy a decir, pero yo en tu lugar, la próxima vez que lo vea le devolvería su dinero y le diría que eso no forma parte de mi trabajo, que solo me acuesto con quien yo quiero y no por plata, capaz ni le importe, porque vos tampoco lo conoces a el, puede ser una mierda de tipo también, pero que lo va a movilizar y lo va a dejar pensando aunque sea un segundo, eso seguro!
Te mando un beso grande!!

Anónimo dijo...

denso
esta todo bien hasta que te sentìs una mierda estpupida. ahi ya es terrible mal tuco.

asi lo veo yo

Alejandra Conte es:La Kolorada Siniestra dijo...

Me sonó muy "muejer bonita" si es real es poco creible la sensacion final, si es ficcion es muy bueno el texto.

Unknown dijo...

No sé... creo que no vale la pena sentirse una mierda o una mogólica como decís vos al final del acto pero también es entendible todo el erotismo y la adrenalina que ese acto te produjo.
También coincido con Fabricio sobre lo de la propiedad y el erotismo.
Me gustó tú blog.

Miguel